martes, 10 de octubre de 2017

No puedes escribir una historia de amor. Página 104 . Se busca una mujer - Charles Bukowski

Margie iba a salir con este tío, pero cuando salían el tío se encontró con otro tío vestido con un abrigo de cuero y el tío del abrigo de cuero abrió el abrigo de cuero y le enseño al otro tío las tetas y el otro tío se dirigió a Margie y le dijo que no podía mantener su cita porque el tío del abrigo de cuero le había enseñado las tetas y tenía que ir a follarse a ese tío. Así que Margie se fue a ver a Carl. Carl estaba en su casa, y Margie se sentó y le dijo:
-Este tío iba a llevarme a la terraza de un café, íbamos a beber algo de vino y hablar, solo beber vino y hablar, nada más, pero en el camino este tío se encontró a otro tío con un abrigo de cuero y el tío del abrigo de cuero le enseño sus tetas al otro tío y ahora este tío se ha ido a follar con el tío del abrigo de cuero, asi que me quede sin mesa, sin vino y sin charla.
-No puedo escribir nada-dijo Carl. He perdido la inspiración.
Entonces se levantó y se fue al baño. Cerro la puerta y se puso a cagar. Carl echaba cuatro o cinco cagadas al día. No tenía otra cosa que hacer. Se bañaba cuatro o cinco veces al día. No tenía otra cosa que hacer. Se emborrachaba por la misma razón.
Margie oyó el ruido de la cadena del retrete. Carl salió.
-Ocurre simplemente que un hombre no puede escribir ocho horas al día. Ni siquiera puede escribir todos los días, ni todas las semanas. Agota su mente, es una desesperación fija.
Carl se fue hacia el frigorífico y salió con un paquete de seis cervezas. Abrió un botellín.
-Soy el escritor más grande del mundo-dijo-. ¿Sabes lo difícil que resulta?
Margie no contesto.
-Puedo sentir como el dolo se arrastra por todo mi ser. Igual que una segunda piel. Me gustaría poder cambia de piel como las serpientes.
-Bueno, porque no te revuelvas en la alfombra y tratas de desprendértela.
-Escucha-pregunto el-. ¿Dónde te conocí?
-En la tienda de legumbres de Barney.
-Bueno, eso lo explica un poco. Tomate una cerveza.
Carl abrió una botella y se la paso.
-Ya-dijo Margie-, ya se. Necesitas tu soledad. Necesitas estar solo. Excepto cuando necesitas algo. Excepto cuando cortamos de una vez y entonces te sientes perdido y en seguida te poner a llamar por teléfono diciéndome que me necesitas, que te estas muriendo de la resaca. Eres débil y te rajas rápido.
-Sí, me debilito rápido.

-Y eres tan estúpido conmigo, nunca te pones caliente. Vosotros los escritores sois tan…delicados…no podéis soportar a la gente. La humanidad hiede, ¿cierto
-Cierto.
-Pero cada vez que cortamos empiezas a dar fiestas gigantescas de cuatro días. Y de repente te vuelves ingenioso. ¡Empiezas a hablar! De repente estas lleno de vida, hablando, bailando, cantando. Bailas en la mesita de café, lanzas botellas por la ventana, interpretas fragmentos de Shakespeare. De repente estas vivo, cuando yo me voy. ¡Oh, me han contado cosas acerca de esto!
-No me gustan las fiestas. Me disgusta especialmente la gente en las fiestas,
-Pues para ser un tío al que no le gustan las fiestas, celebras unas cuantas.
-Escucha, Margie, no entiendes. Ya no puedo escribir. Estoy acabado. En algún lugar torcí el rumbo. En algún lugar morí en medio de la noche.
-De la única manera en que vas a morir es de una de tus monumentales resacas.
-Jeffers dijo que incluso los hombres más fuertes pueden quedar atrapados.
- ¿Quién fue Jeffers?
-Fue el tío que convirtió el Gran Sur en una gran trampa para turistas.
- ¿Qué vas a hacer esta noche?
-Iba a irme a escuchar canciones Rachmaminoff
- ¿Quién es ese?
-Un ruso muerto
-Mírate. Te quedas ahí sentado como un idiota.
-Estoy esperando. Algunos tíos aguardan dos años. A veces la inspiración no vuelve nunca.
-Supón que no te vuelve nunca.
-Entonces me pondría mis zapatos y bajaría andando por Main Street.
- ¿Por qué no te buscas un trabajo decente
-No hay ningún trabajo decente. Si un escritor abandona la creación, está muerto.
- ¡Oh,vamos, Carl!  Hay millones de personas en el mundo que no trabajan en la creación ¿Quieres decir que están muertas?

-Sí

- ¿Y tú tienes alma? ¿Eres de los pocos con alma?
-Podría decirse que sí.
-¡Podría decirse que sí! ¡Tú y tu miserable maquinita de escribir! ¡Tú y tus cheques enanos! ¡Mi abuela gana más dinero que tú!
Carl abrió otra botella de cerveza
-¡Cerveza!¡Cerveza! ¡Tú y tu condenada cerveza! Está presente incluso en tus historias: <Marty cogió su cerveza. Al levantar su mirada, vio a una magnifica rubia entrar en el bar y sentarse a su lado…> Tienes razón. Este acabado. Tu material es limitado, muy limitado. No puedes escribir una historia de amor, ni siquiera puedes escribir una decente historia de amor.
-Tienes razón, Margie.
-Si un hombre no puede escribir una historia de amor, es un inútil.
- ¿Cuántas has escrito tú?
-Yo no pretendo ser escritora.
-Pero -dijo Carl-, pareces tomar una pose de estúpido crítico literario.
Margie se fue de pronto, después de eso Carl se sentó y bebió el resto de las cervezas. Era verdad, la literatura le había abandonado. Esto haría felices a sus enemigos de las catacumbas. Podrían subir un jodido escalón. La muerte les complacía, tanto a subterráneos como a escritores con éxito. Recordaba a Endicott, sentado allí y diciendo: <Bueno, Hemingway se fue, Dos Passos se fue, Patchen se fue, Pound se fue, Berryman se tiro desde un puente, todos muertos… Las cosas cada vez están mejor u mejor y mejor>.
Sonó el teléfono. Carl lo cogió.
- ¿Señor Gantling?
- ¿Si? -contesto.
-Quisiéramos saber si a usted le gustaría venir a dar una lectura en el Fairmont College.
-Bueno, sí. ¿Para qué fecha?
-El treinta del mes próximo.
-No creo tener nada que hacer para entonces.
-Nuestra paga usual son cien dólares.
-Me suelen dar ciento cincuenta. Ginsberg cobra mil.
-Pero es Ginsberg. Solo podemos ofrecerle cien dólares.
-De acuerdo.

-Muy bien, señor Gantling. Le mandaremos los detalles
- ¿Qué me dice del viaje? Son varias horas de carretera.
-De acuerdo, veinticinco dólares por el viaje.
-O.K.
- ¿Le gustaría hablar a los estudiantes en sus clases?
-No.
-Hay un almuerzo gratis.
-Entonces sí.
-Muy bien señor Gantling, estaremos por el campus esperándole.
-Adiós.
Carl dio unas vueltas por la habitación. Miro la máquina de escribir. Puso una cuartilla de papel en el rodillo, se asomó a la ventana y vio pasar a una chica con una minifalda increíblemente corta. Empezó a escribir.
<Margie iba a salir con este tío pero en el camino este tío se encontró con otro tío vestido con un abrigo de cuero y el tío del abrigo de cuero abrió el abrigo de cuero y le enseño al otro tío sus tetas y el otro tío se dirigió a Margie y le dijo que no podía mantener su cota porque el tío del abrigo de cuero le había enseñados sus tetas…>

Carl cogió su cerveza. Era agradable volver a escribir de nuevo.

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