jueves, 2 de febrero de 2017

Domingo triste - José Martí

Las campanas, el sol, el cielo claro 
me llenan de tristeza, y en los ojos 
llevo un dolor que el verso compasivo mira, 
un rebelde dolor que el verso rompe 
¡y es, oh mar, la gaviota pasajera 
que rumbo a Cuba va sobre tus olas! 

Vino a verme un amigo, y a mí mismo 
me preguntó por mí; ya en mí no queda 
más que un reflejo mío, como guarda 
la sal del mar la concha de la orilla. 
Cáscara soy de mí, que en tierra ajena 
gira, a la voluntad del viento huraño, 
vacía, sin fruta, desgarrada, rota. 
Miro a los hombres como montes; miro 
como paisajes de otro mundo, el bravo 
codear, el mugir, el teatro ardiente 
de la vida en mi torno: ni un gusano 
es ya más infeliz: ¡suyo es el aire, 
y el lodo en que muere es suyo! 
Siento la coz de los caballos, siento 
las ruedas de los carros; mis pedazos 
palpo: ya no soy vivo: ¡ni lo era 
cuando el barco fatal levó las anclas 
que me arrancaron de la tierra mía!

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